19. ¡Aquí Están! (Relato de Ciencia Ficción)



Un rayo de colores penetraba el corazón de Carlota, una mujer que había sido madre hacia poco tiempo y que en tan solo un segundo dejaba de existir. ¡Ellos la estaban matando! Arturo que estaba escondido debajo de unas piedras que habían formado parte de una casa, era testimonio de que una nave plateada surcaba los cielos y con un rayo tan veloz terminaba con la vida de Carlota, apenas ella podía fomentar ni un suspiro, ya que el rayo le penetraba el corazón y ella emitía un grito dentro del mismo silencio. Pero el rayo no le bastaba con quitar la vida, sino que además calcinaba lentamente la piel, dejando un perfume espantoso al alcance de los supervivientes que ya quedaban pocos en la ciudad. Arturo se había quedado atónito al verla morir, y sabía el final que le esperaba, así que se quedó allí.


Arturo tenía cerca de treinta años, llevaba una camisa de cuadros azul y unos vaqueros oscuros y un sombrero de Vaquero al estilo de Wisconsin en pleno valle de Benasque en Huesca. La ciudad había quedado arrasada esa tarde de Abril, en tan solo unas horas la ciudad ardía y los ciudadanos la mayoría habían perdido la vida de la misma forma que perdió la vida la jovencita Carlota de veinte años, que tenía una bonita vida por delante para darle a su hijo Javier que se había quedado llorando en los brazos de Arturo, que intentaba hacer de todo para callar a la pobre criatura de dos meses de vida, y que lloraba porque extrañaba el calor del regazo de su madre. Arturo estaba pendiente de la nave, una vez había terminado con Carlota, el rayo dejo de verse y la nave enseguida se marchó por el bonito Valle en busca de su próxima víctima. Fue en ese instante cuando Arturo aprovechó para salir corriendo dirección al bosque para esconderse de los enemigos, aprovechó que Javier tenía hambre para meterle el dedo índice en la boca que el pequeño empezó a absorber para quedarse callado. 


Envuelto en dos sábanas blancas, Arturo pudo proteger al pequeñín, cuando subía una montaña para refugiarse bajo las copas de los árboles, pero antes de llegar, escuchó como explotaban todas las casetas de la ciudad, él se paró en seco y se giró para quedarse atónito otra vez al ver destruir su querido hogar. Habían varias naves que surcaban los cielos de la ciudad, explotaban las casas con el mismo rayo, los coches con los depósitos llenos de gasolina saltaban por los aires, se escuchaban cada vez menos gritos y demasiados cristales y derrumbamientos de bloques de pisos y entre otros hogares, el fuego era tan presente que entre las grandes llamas se podía percibir el feroz dragón que alertaba el fin de la vida humana en la Tierra. 


Allí dónde se encontraba había un puesto de red eléctrica, Arturo reaccionó cuando un rayo de color rojo alcanzó el puesto y la gran torre eléctrica empezó a caer rompiendo los cables, él se quedó observando unos segundos, veía que eso se le caía encima así que se giró y empezó a correr tan rápido como le fuese posible. Poco a poco la torre eléctrica quedó en el suelo, quedando justo detrás de Arturo, que tuvo que saltar en varias ocasiones grandes dimensiones de escombros de piedra, pero lo hacía sin perturbar al bebé. Otro rayo alcanzó uno de los árboles que estaba justo a su izquierda, Arturo estaba a punto de llegar en el bosque, pero alguien o algo lo estaban persiguiendo, sin mirar atrás siguió huyendo entrando en la espesura del bosque, un lugar que le pareció seguro.


Mientras que corría iba esquivando los rayos rojos, que iban quemando los árboles, Arturo intentaba ser más inteligente y más rápido que los seres que le estaban persiguiendo, no quería detenerse pero se encontraba muy cansado, pero por suerte contaba con la adrenalina que le ayudaba a huir, salvando su vida y la de Javier. Finalmente consigue esconderse entre los matojos, y entre las hojas se giró a observarlos.


-       ¡Imposible!- susurró atónito al verlos.


Arturo nunca había creído en extraterrestres, ni mucho menos se pensaban que sería muy distinto a lo que muestran las películas. Habían dos seres uniformados como si fuesen una hormiga gigante, la cabeza parecía como si un dinosaurio se hubiese acostado con una hormiga, una mezcla muy extraña, pero los dos eren idénticos, parecían clones, pero uno de los dos el de la derecha tenía la autoridad. Hablaban con un dialecto muy extraño, Arturo no podía entenderlos, pero sabía que lo estaban buscando y no podía haber ido demasiado lejos. 


Lo que el hombre tanto había soñado, tanto había imaginado y creado en películas, allí estaba, ya era cierto que no estamos solos en el universo, que tenemos enemigos y pueden llegar a ser muy perversos. Estos han sido los únicos que han querido mostrarse ante la especie humana, pero Arturo pensaba que podía haber muchas más especies y la mayoría no serían tan violentos como esta raza. De alguna forma tenía esperanza de que no todo el mundo tiene que ser malo, siempre la bondad triunfa del mal, esa era una frase que le decía su madre cuando él era tan solo un niño, pero Arturo era testigo de ese encuentro milenario que muchos han muerto para saber la verdad.


Arturo dejó de mirar-los y empezó a mirar el cielo azul, seguía teniendo el bebé en su regazo que se había quedado dormido, se quedó observándolo como si fuese el último ángel de la Tierra, esa carita le hizo emocionar. Pero enseguida Arturo noto un dolor punzante en la espalda, cuando giró la cabeza vio a uno de los seres que le había clavado una espada en la espalda y le travesaba todo el cuerpo y así fue como Arturo dejaba la vida poco a poco. El ser al verlo como se desangraba aprovechó para robarle la criatura y le dejó allí, que Arturo con los ojos abiertos y casi sin poder decir nada, intentó evitar que le robasen el niño, pero no podía articular ninguna palabra, finalmente Arturo murió tumbado en el césped, y lo último que vio fue como los extraterrestres subían a sus naves a través de un haz de luz con el bebé en sus brazos. En el momento que la nave dejo de emitir ese haz de luz, sus ojos azules se congelaron sumergiéndose lentamente a la oscuridad de la vida eterna.


HR.

HERO&Corporation.

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