13. La Inocente (Relato de Intriga)



La noche estaba tranquila, los árboles no se movían, no hacía ni viento ni frío, era todo muy extraño, el ambiente se respiraba un aire demasiado denso para ser verdad, no había luz, las farolas de la calle se habían apagado las tres al mismo tiempo. Todo tan calmado, tan tranquilo, y sin nadie en la calle, debido a que era muy de madrugada, entre los coches antiguos se podía observar la humedad y la blanquecina niebla que crecía ligeramente al tener contacto con el asfalto. María empezó a sentirse muy sola, y tenía mucho miedo, su casa estaba al final de esa calle, pero nunca había pasado por allí de noche, sus amigas le decían que era mejor que pasase por la calle de al lado, la principal, que por allí muy entrada la noche, no era tan peligroso, porque siempre pasa algún que otro vecino y hay menos riesgo de sufrir un ataque de alguien que realmente pudiera lamentar, pero la tozudez de María le estaba jugando una mala pasada que quizás lamentaría. 


Suena muy lejos el ladrido de un perro guardián, María se asusta pero recupera el sentido demasiado rápido, como si tuviera miedo de girarse, pero algo le inquieta a parte de sus pensamientos y se gira un instante. A lo lejos ve un hombre que va encapuchado y está forcejeando con la ventana de una de las casas de la calle, lo puede ver porque dónde está el hombre encapuchado hay una farola que funciona, es la única que sigue funcionando, y a eso a María le extraña y al mismo tiempo le asusta, pero no se gira, se queda inmóvil como si estuviera esperando una orden de sus pensamientos que le dijera qué tiene que hacer. Cuando recupera el control de su mente, observa la farola y no hay nadie, es como si su cabeza lo hubiera inventado todo, decide acercarse paulatinamente. Sus tacones resuenan en toda la calle, que sigue igual de apacible.


Antes de llegar María empieza a temblar del miedo, pero ella piensa que es del frío que ha renacido entre la niebla espesa. Ella sigue su camino, su tozudez le obliga a intentar averiguar qué ha ocurrido allí, sabe que no se va a encontrar nada bueno, pero imagina por un segundo que todo pudiera ser fruto de su imaginación. Una vez allí, en el suelo hay un hierro negro, María no recuerda haber escuchado que se cayera al suelo, se agacha y lo intenta tocar pero enseguida se detiene al pensar que quizás es mejor no tocar nada, para no dejar huellas, como dicen y hacen en las películas, y piensa que si aquí ha pasado algo grave, vendrá la policía a examinarlo todo y si no quiere estar involucrada, es mejor tener las manos quietas. 

Se escucha un ruido extraño que proviene de la ventana, María observa inmediatamente la ventana pero no ve nada, porque todo está oscuro. Se asoma un poco más e imprevistamente María observa el hombre encapuchado y se queda asombrada da un par de pasos hacia atrás, pero choca de espaldas contra un coche antiguo blanco que está aparcado en la calzada. En ese instante el hombre encapuchado saca su pistola y sin pensárselo dos veces dispara, con la mala suerte de que la bala atraviesa el pecho de María y empieza a desangrarse, su vestido azul queda impregnado de sangre y lentamente se agacha mientras muere, dejando un rastro de sangre encima de la puerta del conductor del coche hasta la cera. El hombre encapuchado huye calle abajo dejando la pistola al lado del cadáver de María.

HR

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