16. ¡Saliendo de Cuentas! (Relato de Acción)
-¡Corre, por tú vida, corre!- le gritó Eusebio a Patricio cuando
vio la bomba que estaba colocado debajo de su coche, que estaba estacionado en
la Gran Vía de Madrid. La gente empezó a gritar y a correr por todas partes
para intentar salvarse, mientras que Patricio intentaba averiguar cuánto tiempo
quedaba para que estallase la bomba, pero Eusebio le impedía agacharse y
mirar.- ¡Corre, por tus hijos, yo no tengo familia, tú tienes una misión en
esta vida, una misión que no acaba aquí, por morir, hoy aquí por culpa de un mal
nacido como Galván! ¿Entiendes, Patricio? ¡Corre, y ponte a salvo!- Le insistió
Eusebio, que estaba sentado en el suelo, mal herido por un navajazo en el estómago
que peligraba su vida, tenía un pie ya en el otro barrio, mientras que Patricio
seguía allí, cabezota como siempre, ya que le enseñaron en la academia, que
nunca se abandona a un compañero.
- ¡Ni lo sueñes, compañero! ¡Yo de aquí no me muevo!- Le
gritó Patricio cuando ya estaba en cuclillas delante de él, le miró a los ojos
llorosos pero ambos mantuvieron la calma, ante tal situación. Patricio se agachó
ya que Eusebio no podía por la herida que sangraba mucho y cada vez le costaba
más poder hablar y respirar, pero Eusebio aguantaba como un hombre, con miedo a
morir, pero como un hombre frente a la situación difícil para mantener la calma
a la multitud. Finalmente Patricio se agacha y observa la bomba, hay un reloj
que indica que faltan cinco minutos para que estalle la bomba, enseguida
Patricio vuelve a su postura inicial y vuelve a mirarle a los ojos a su
compañero, su cara de que van a perder, de que todo lo que han luchado desde
hacía tanto tiempo se iba a quedar a cenizas en poco menos de cinco minutos, no
le agradaba saberlo ni pensarlo ni saber que se podría cumplir. - ¡Hostias!...-
se le escapó a Patricio y Eusebio enseguida supo que algo no andaba bien.
- ¿Cuánto?- susurró Eusebio, pero Patricio no contestó y él
le insistió hasta que él dijo cuanto faltaban.- ¡Me cago en sus…! – Eusebio hico
una pequeña pausa al mismo tiempo que giró la cabeza para observar a través de
las ventanillas del coche la gente, nadie estaba en la zona, podía ver
perfectamente que la gente le había hecho caso, todos excepto su compañero, en
parte se lo agradecía y en parte pensaba que su compañero era un pionero loco
por convertirse en todo un héroe si esto saliese bien. Eusebio se volvió para hacerle
una pregunta a Patricio. - ¿A qué está sujeto?- Patricio le dijo que era Goma
dos, una sustancia fácil de estallar.- ¡Mierda! ¡Puto Galván, siempre con sus
sustancias más frágiles que eliminan del planeta hasta el punto del GPS!- no
era el momento pero a Patricio esas palabras le hicieron que estallase a
carcajada limpia, Eusebio le dio una colleja y Patricio calló enseguida
lamentando sus carcajadas y admirando al mismo tiempo sus palabras.
El tiempo se les echaba encima y no sabían que hacer, pero
quedarse de brazos cruzados a esperar una dulce muerte, eso no lo querían
hacer, así que Patricio se volvió agachar para ver si se pudiese desactivar la
bomba pero era imposible. -¡Mierda, tiene un circuito demasiado complicado como
para poder desactivarlo a tiempo, Eusebio!...- dijo Patricio muy indignado por
sus estudios como espía que veía como se iban al traste en su misión número
cien. - ¡No te preocupes, amigo!- dijo Eusebio para consolarlo pero en ese
momento se le ocurrió una idea. -¿Confías en mí?- le preguntó y Patricio le
observó sin entender qué pasaba. -¡No, no, no,… espero de todo pero no te
despidas de mí! ¡Venga, que vamos a salir de esta, compañero!- le interrumpió
Eusebio con otra colleja. -¡No digas tonterías, y mete tú mano en el bolsillo
interior de mí americana, por Dios!- Patricio cuando recuperó el sentido, hico
lo que le mandó y de allí sacó unas alicates.
-¡No se puede desactivar a tiempo, Eusebio! ¡Hay muchos
cables! ¡No se puede!... ¡Hay que pensar en otra cosa!- insistió Patricio pero
recibió otra colleja de su compañero.- ¿Puedes dejar de darme collejas? ¡Me voy
a volver tonto con tanto golpe!- le respondió pero Eusebio no le tomo en
serio.- ¡Lo que te vas a volver es más idiota sino haces lo que te digo! ¿Cuántos
cables de colores hay?- le replicó Eusebio y le contó que había seis cables de
colores, de alguna forma tenía que cortar el cable que desactivase la bomba
pero a veces puede ser una trampa y tendría que cortar casi todos los cables y
dejar simplemente uno, por lo tanto para Patricio le era tan difícil que no
supo por dónde tenía que empezar.
- ¡El amarillo!- gritó a última hora Eusebio cuando solo
faltaban unos segundos, pero Patricio que estaba muy nervioso cortó el azul, y
lo único que quedó en pie fue el cartel del teatro Lope de Vega, y el coche y
los dos espías volaron por los aires. Habían muerto dos agentes importantes, y
todos lo lamentaron, pero en las películas siempre se salen con la suya, en la
vida real, el malvado es quién gana la mayoría de las batallas. Durante el
entierro de los cuerpos de los dos agentes, el malvado disfrazado bajo un manto
negro, merodeaba por el cementerio para asegurarse de que estaban bien muertos,
pero cuando se acercó a las dos tumbas, Galván escuchó justo detrás de él alguien
que desenfundaba su arma, Galván se giró y allí estaban Patricio y Eusebio,
vestidos de funerarios apuntando con dos revólveres a Galván, que no se lo podía
creer.
- ¿Cómo fue posible?-
preguntó Galván con las manos en la cabeza, al mismo tiempo que Patricio le
empezó a poner las esposas y Eusebio le miró a la cara a Galván y le dijo – Serás
un hijo de puta, pero a Eusebio no le engaña nadie. Sí, el coche voló junto a
dos cuerpos, que evidentemente simulamos éramos nosotros, pero en realidad eran
dos maniquí que habíamos cogido prestado de una tienda, que era evidente que
desde el lugar dónde nos vigilabas, no podías vernos.- Galván ya esposado y de
camino hacia el coche patrulla que les estaba esperando en la entrada del
cementerio, se indignó lo suficiente como para amenazarles con que volvería.
HR.
HERO&Corporation
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