14. Secretos Rebelados (Relato Policíaco)



Paloma tiene los ojos inyectado en sangre, sujeta en sus inmaculadas manos un cuchillo, amenaza a su hermano Fernando que está tumbado en el suelo, muy asustado y arrepentido por sus actos, sabe que lo que ha hecho no es para sentirse orgulloso, ni tampoco el hecho de que lo haya contado a su hermana, ya que eso le torna su cómplice. 


-      - La policía me pisa los talones, Paloma.- le confiesa casi llorando.

Paloma sabe que esas lágrimas no son reales, porque no es la primera vez que le intenta hacer chantaje emocional. Ella sujeta el cuchillo con fuerza y le apunta contra su cuello, Fernando alza el cuello al mismo tiempo que mantiene la respiración entrecortada y empieza a sudar. Está de espaldas a la pared, las manos las tiene atadas en la espalda junto los pies, con un nudo doble con la cuerda de tender que ha arrancado del tendedero, en el momento que ha sabido toda la verdad.


-     - ¿Ahora te arrepientes?- grita ella cabreada e indignada, quiere hacer justicia, pero le resulta difícil, porque aún no se lo cree.- ¡No debías decir lo mismo cuando la secuestraste y la mataste!- prosigue ella como si quisiera desahogarse, ya que en su momento no lo pudo hacer.


El viejo salón parece ser más grande al verlos en un rincón como si en realidad no valorasen la inmensidad del terreno por el cual sus padres les dejaron en herencia esta casa colonial del siglo XIX, al morir los dos en un accidente de tráfico hace cinco años. Es una familia bien adinerada pero desde que llegó la crisis todo ha dado un vuelco, y de ser la segunda familia más rica del país, ahora son pobres, al perder todas las acciones de sus padres un día del pasado mes de Julio, tras confiarle el dinero a un estafador agente de bolsa, que al mismo tiempo era hasta la fecha el marido de Paloma. 


-     - No podrás imaginar nunca, la cara que hacía la pobre muchachita, minutos antes del todo…- Fernando por fin empezó a rebelar los secretos más oscuros que recuerda del accidente.- cuando la tenía desnuda en la cama, podía percibir su miedo sin tener que tocarla, sus ojos lo decían todo, un verde prado que se tornaban grises, cuando mis inmundas manos llegaban a tocar su dulce y pálida piel.- hace una pequeña pausa para mirarle a los ojos a su hermana, una sonrisa oscura se rebela en su cara, es una sonrisa que da por dicho que él se aprovechó de la muchacha antes de matarla.- era tan frágil y yo tan fuerte, que la deshonré allí mismo, en el sótano que hay debajo del cobertizo del jardín.- Fernando se ríe como si lo estuviera reviviendo de nuevo.


-      - ¡Cállate!- le grita Paloma, que le amenaza con clavarle el cuchillo en la garganta, pero no se atreve.- ¿Por qué lo hiciste? Solo tenía quince años.- para Paloma esa confesión le azotó el frágil corazón, ya que conocía de antemano quién era la muchacha que un par de días después apareció muerta y atada en un árbol cerca de la plaza del pueblo.


-      - Muy simple, por complacerme.- contesta firmemente, sin dejarle de mirar a los ojos a Paloma que empieza a llorar pero se aguanta como puede.


-      - ¡Eres un Monstruo!- le increpa, ella mueve un brazo y le corta la mejilla derecha con el cuchillo como muestra de su cabreo, pero él ni se inmuta. 


De repente llaman a la puerta, los dos se quedan completa mente en silencio durante unos segundos que vuelven a llamar con fuerza.


-      - ¡Policía, abren la puerta!- llaman varios hombres con voz grave, amenazándoles.


Paloma va para abrir la puerta cuando cambia de opinión y cuando la Policía tira la puerta abajo, la misma policía son testigos del asesinato de Fernando, clavándole el cuchillo en el esternón justo encima del corazón, él grita de dolor.


-      - Yo iré a la cárcel por ti, pero jamás te perdonaré lo que has hecho. ¡Has secuestrado, violado y matado a mi hija de quince años!- hace una pausa antes de que Fernando perdiera el conocimiento y le mira a los ojos con odio y repugnancia.- pero ahora he hecho justicia por las demás niñas inocentes que has matado.- finalmente la policía agarran a Paloma, le ponen las esposas y se lo llevan, dos policías se quedan con Fernando.


No pasa ni cinco segundos cuando Fernando muere en los brazos del policía, ya que ambos le estaban ayudando a desatarle, pero la herida es tan profunda que no se ha podido hacer nada.


Dos meses más tarde, a Paloma le cayeron diez años de cárcel por homicidio voluntario, aunque su asesinato era simplemente para vengarse de lo que le había pasado, el remedio para ella ha sido peor que la enfermedad, pero no se arrepiente de sus actos, sabe que ha hecho justicia, aunque medio país la vean como una asesina, para ella ha hecho justicia la muerte de su hija Nerea.

HR.

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